viernes, 25 de junio de 2010

¿Por qué es fundamental el aprendizaje de hábitos y límites antes de los 4 años?

Con el nacimiento los bebés pierden la placidez y la seguridad  del vientre materno en donde todas sus necesidades estaban cubiertas. El cerebro del bebé al nacer sólo tiene la capacidad para responder con determinados actos reflejos (como por ejemplo, succionar para alimentarse). Desde el nacimiento tus hijos inician un proceso de aprendizaje continuo. Somos los padres y cuidadores quienes debemos satisfacer sus necesidades y ayudarles en todos sus aprendizajes.

Al nacer han de “aprender a vivir” en un mundo que básicamente les es hostil, para ellos es impredecible e inseguro. Los adultos debemos ayudarles a organizar su vida mediante rutinas y hábitos. Primero deben aprender a comer y dormir. Más adelante, a ser más autónomos con el control de esfínteres y los hábitos de higiene y aseo personal. Cada paso hacia su autonomía es un logro en su maduración, y una nueva parcela de independencia para los padres.

Los niños desconocen hasta dónde pueden llegar en su comportamiento, han de aprender lo que pueden y lo que no pueden hacer. Necesitan las normas y los límites de los adultos para saber qué ocurrirá si hacen tal o cual cosa, de esta forma se sienten protegidos, en caso contrario se sentirán desorientados y lo expresarán con conductas caprichosas o agresivas.

Establecer hábitos, rutinas, normas y límites inevitablemente implica conflictos. No debemos tener miedo de los conflictos, los niños aprenden y se desarrollan superándolos. La forma en que los padres solucionen los desencuentros con sus pequeños, ya desde sus primeras semanas de vida, determinará la probabilidad de dificultades frente a posteriores aprendizajes.

Los aprendizajes relacionados con la comida, el sueño, la higiene, los límites son las primeras dificultades que el niño debe afrontar. Si los padres lo hacen con tranquilidad y seguridad se convierten en modelos para el niño. Indicándole lo que tiene que hacer y lo que no el niño empieza a asimilar que no siempre puede hacer las cosas como desea. En definitiva aprende a tolerar la frustración. Le ayudamos a ser feliz.

Establecer hábitos, rutinas, normas y límites convierte a los padres en referente de autoridad para el niño. Hacerlo de forma adecuada antes de los tres o cuatro años nos evitará muchas preocupaciones en un futuro.

En estos primeros años se forjan los pilares de su salud emocional. Intentemos construirlos firmes y resistentes desde un principio, en el momento en que son más fácilmente modificables.

Más información sobre la importancia de los hábitos y los límites, en estos apartados:

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